Mi primer acercamiento serio a la foto fue con Poochie y su marca Perros Bravos 17. Fue de los primeros trabajos en los que me clavé de lleno, y hasta hoy todavía me emociona pensarlo. Llevamos ya varias sesiones, planeamos una nueva para un diseño que está por salir y también me tocó meter mano en tres diseños de playeras que pegaron machín. Eso me marcó: ver cómo algo que aportas conecta con la gente.
Lo que más me gustó fue salir a la calle, convivir con miradas que no siempre entienden qué estás haciendo. En especial aquella vez en el mercado de elementos: spots llenos de ruido, de distracciones, de gente volteando a ver pensando que íbamos con otra intención. Y no. Estábamos creando. Esa experiencia me enseñó que uno vive de la gente. Que sin ellos no crecemos, que todo lo que hacemos es con y para la gente.
Poochie es alguien que lo entiende: nunca dice que no, siempre está para apoyar. Trabajar con él me abrió los ojos a lo que significa lo urbano, lo real, lo crudo. No es un estudio controlado, son luces naturales, ruidos inesperados y la vibra auténtica de la calle. Eso me llenó y me convenció de que aquí quiero estar.
La fotografía se volvió mi lugar de confort, mi manera de relajarme y proyectar lo que siento. Hoy tengo fe de que esto va a crecer, porque cuando trabajas de corazón, la gente responde.

Iván Sánchez
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